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¿Vaso de agua o vaso con agua?

¿Vaso de agua o vaso con agua?

Es posible que alguna vez te hayas hecho esta pregunta e incluso hasta hayas corregido expresiones como “vaso de leche”, por “vaso con leche” o “bolsa de hielo” por “bolsa con hielo”, y es que no está tan fuera de lógica tu intento de corrección porque sabemos que los vasos no están hechos de leche ni las bolsas con hielo. Pero, veamos dónde y por qué surge la confusión.

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En este tipo de enunciados aparecen unidades llamadas preposiciones, cuyas funciones son establecer relaciones entre las palabras o enunciados de distinto nivel; no obstante, hay enunciados iguales en los que varía solo la preposición y es esta la que establece distintos significados de la realidad; no es lo mismo: “Llegó de Lima” y “Llegó a Lima”.

Volviendo a la idea del primer párrafo, cuando decimos “taza de café”, el significado que adquiere la preposición “de” es de “referencia al contenido”, entonces al decir “Dame una taza de café”, estamos pidiendo café dentro de una taza; dicho de otro modo: la taza no interesa sino el café servido en una taza. Por esto decimos: “una botella de gaseosa”, “un balón de gas”, “media cucharada de azúcar”.

Si bien la preposición marca los distintos significados de la realidad también crea ciertas ambigüedades (como “copas de vino”, “copas de champagne”, “tazas de té” y, particularmente en restaurantes, “tazas de café” o “vasos de jugo”, etc.) que deberíamos tomar en cuenta al expresarnos. Tal vez la imprecisión se genere en el contexto, pues en la expresión “Tráeme unas copas de champagne” (para el brindis) no sabríamos si se hace referencia a las copas vacías o con champagne; lo mismo sucedería en “Dame otro vaso de whisky”, “Alcánzame un vaso de cerveza” o en “Trae otra taza de té” cuando el líquido servido ya se acabó. En estos casos asumimos que los contextos marcan los significados y las relaciones entre las palabras.

En otros casos, existe como una exigencia del sustantivo, el verbo o el adjetivo y la preposición utilizada. Por ejemplo, la relación entre dos sustantivos de un grupo nominal puede ir marcada por distintas preposiciones, y no es pertinente ninguna variación; por ejemplo: “niño en moto” / “niño a caballo”. En este caso la elección de la preposición está condicionada por el sustantivo. De la misma manera, la exigencia de la preposición puede estar determinada por el verbo. Así, los significados de “aspirar”, “contar”, “hablar”, “pensar”, “velar”, requieren las preposiciones “a”, “con”, “de”, “en”, “por”, respectivamente: “Aspiro al éxito”; “Cuenta con ella”; “Hablen de paz”; “Piensa en sus negocios”; “Vela por ti”. Tal ocurre también con adjetivos: “Pasaba por ingenuo”; “Tildó de tonto al mesero”.

Las preposiciones establecen diferentes relaciones. La preposición “de” puede referirse a variadas relaciones reales entre las palabras: a la materia de que está hecho algo: “La falda es de seda”; al contenido: “Me tomo una taza de leche”; al asunto o tema: “El libro trata de amor”; a la naturaleza, condición o cualidad: “Es un hombre de buen corazón”; al origen, procedencia o principio: “Su amistad viene de la infancia”; a la duración: “Come de noche”; a la precisión: “La sopa es de ayer”; al destino o finalidad: “Te compraste una cámara de fotografiar”; etc.

La Real Academia Española acepta “vaso de agua” para referirse al contenido, pero vale indicar que el uso de las preposiciones también está sujeto a variaciones dialectales. Así que, aunque utilicemos “vaso de agua” o “vaso con agua”, de todos modos tomaremos agua.

Con información de: Castellano Actual | Foto: Vaso con agua / Shutterstock

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